En los últimos tiempos, mientras
lo urgente desplazaba por completo a lo importante y leer se me iba convirtiendo
en un lujo que casi no me podía permitir, llegaron a mi buzón algunos libros que ahora empiezo a disfrutar sin prisa. Quisiera compartir al menos algunas
impresiones. Demasiadas veces se me queda la intención en el tintero. Por
ejemplo: El niño de arena, de Carlos Iglesias Díez, es una de las
ediciones más bonitas que he tenido en la mano en mucho tiempo.
No conocía (mi ignorancia es tanta) la colección Deva, del Ateneo
Obrero de Gijón, dirigida por José Bolado. Me cuenta Carlos que esta colección
tiene ya casi treinta años y que aparecen en ella poetas consagrados, poetas
jóvenes, antologías de carácter general… tengo que buscar más títulos.
Esta primera publicación de Carlos Iglesias recoge poemas escritos entre 2003 y
2011. Se abre con un breve texto de solapa a cargo de Fernando Beltrán y se cierra con un "Historial del libro", a modo de epílogo, de Rodrigo Olay. Habla este último desde la amistad y la admiración,
sin negar ni disfrazar ninguna de las dos cosas. Me gusta eso. Me gusta El
niño de arena. Buena poesía bien editada. O sea: un placer. Enhorabuena,
Carlos.